Hasta el momento no hay personas detenidas por el robo de las joyas, cuyo valor es incalculable a nivel patrimonial.
El asalto se produjo el domingo 19 a las 9:30 de la mañana (horario local), apenas media hora después de que el Louvre abriera sus puertas. Según la Fiscalía de París, cuatro llegaron al museo en las motos acompañados por un camión con montacargas que había sido robado nueve días antes en un pueblo ubicado al norte de París.
En apenas unos segundos estacionaron, subieron al montacargas, rompieron la ventana y entraron, según declaró un testigo que pasaba en bicicleta por el muelle.
Dos de los asaltantes, vestidos con chalecos reflectantes amarillos y naranjas para hacerse pasar por obreros, ascendieron por la plataforma elevadora hasta el primer piso del museo, frente al río Sena. Luego, utilizaron una sierra radial para cortar el cristal de una ventana del balcón y acceder a la Galería de Apolo, donde se encontraban las joyas de la corona francesa.
Una vez que ingresaron, al menos uno de los delincuentes forzó dos vitrinas de alta seguridad y robó nueve piezas históricas, ocho de las cuales siguen desaparecidas, entre ellas diademas, collares, pendientes y broches de esmeraldas y zafiros.
Cerca de cien investigadores de la brigada anticrimen y de la Oficina Central para la Lucha contra el Tráfico de Bienes Culturales están abocados a la búsqueda de los delincuentes y de las joyas robadas, según indicó la fiscal de París, Laure Beccuau.
Además, Interpol informó a través de sus canales oficiales que las joyas robadas fueron añadidas a su base de datos sobre Obras de Arte Robadas, la cual combina descripciones e imágenes de más de 57.000 objetos de todo el mundo. Se trata de la única base de datos a nivel internacional con información policial certificada sobre objetos de arte robados y desaparecidos.